Artículos sobre 'Libros'
Descubrí los relatos de Antón Chéjov en la universidad gracias una colección de libros clásicos que tenía mi madre. A mí siempre me han gustado más las novelas pero esa forma de contar mínimas historias me impactó tanto que eso hizo que me interesase por otros excelentes narradores de relatos cortos como Borges o Cortázar. Pero aquellos no tenían nada que ver, aunque sobresalientes no se asemejaban a la descarnada realidad que desplegaba el ruso.
En esta última biografía que he leído (tengo que dejar el género por un tiempo porque ya me empieza a rayar), escrita por Rosamund Bartlett podemos intuir las razones por las que Chéjov escribía de esa manera. Antón Chéjov nacido en Taganrog era un persona de una solidaridad extrema hacía los que le rodeaban empezando por su familia que oscilaba entre la clase baja y media hasta que por fin el escritor alcanzó popularidad. Chejov empezó a escribir en revistas cómicas para poder llevar dinero a su casa. Estudió medicina y la ejerció sobre todo para ayudar a sus vecinos pobres y de forma gratuita. Murió con apenas 45 años debido a la tuberculosis que le hizo sufrir durante muchos años. Políticamente nunca se casó con nadie, fue muy crítico con la política de los zares y llegó a viajar a la lejana isla de Sajalin en Siberia para realizar un estudio sobre los deportados que allí vivían.
Se trata de un libro muy interesante para conocer la figura de este gran escritor ruso, muy aprovechable puesto que es difícil fallar con las biografías de grandes hombres pero no le puedo dar una buena nota. Creo que a la hora de realizar una biografía lo más lógico es realizarla de un modo puramente cronológico, en este caso la autora aunque trata de respetar esto organiza la obra por los lugares en los que vivió Chéjov lo cual hace que en ocasiones resulte algo lioso puesto que nos cuesta ubicar ciertos eventos en la vida del escritor. Por otra parte la narración a veces resulta algo pobre y carente de brillantez y se detectan bastantes errores tontos en la traducción o edición.
12 mayo 2008
Después de haberme leído la biografía de Joseph Conrad era inevitable aventurarme con alguna de sus obras. Elegí El agente secreto por el componente político que se le adivinaba. Cuenta la tragedia que rodea a un espía extranjero de extraño carácter en la Inglaterra de principios del siglo XX. Todo comienza cuando sus superiores dejan de estar contentos con su pasividad en su labor como encubierto en un grupo revolucionario y le impelen a hacer algo para que cambie la actitud del gobierno hacia ellos.
En esta novela Conrad realiza por un lado una descripción costumbrista a través de la vida de la familia formada por el agente secreto, su esposa y los parientes de ésta, que ha quedado obsoleta por los cambios que ha sufrido la sociedad. Por otro lado expone una crítica del sistema que, en mi opinión no deja de estar vigente. Nos habla de cosas que deberían sonarnos como gobiernos que tratan de aprovechar el miedo de la gente para aumentar el control que ejercen. Critica la forma de manejarse los policías que bordean las normas para facilitar su trabajo. A pesar de su descontento con la sociedad Conrad deja clara su opinión acerca de los revolucionarios: son unos vagos o unos resentidos contra la sociedad como se puede ver en párrafos como este:
“Los revolucionarios son en su mayoría especialmente enemigos de la disciplina y la fatiga. Existen asimismo naturalezas naturalezas para cuyo sentido de la justicia el precio exigido se presenta como algo monstruosamente enorme odioso, opresivo, preocupante, humillante, gravoso, intolerable. Ésos son los fanáticos. La parte restante de los rebeldes sociales obedece a la vanidad, madre de todas las ilusiones, nobles y viles, compañera de los poetas, los reformadores, los embaucadores, los profetas y los incendiarios.» Un fragmento del capítulo III de El agente secreto.
Dejando de lado el aspecto ideológico hay que comentar que Conrad despliega un humor irónico incluso en los momentos más oscuros de la historia. Si en mi anterior comentario de lectura hablaba de la importancia de la estructura para el escritor a la hora de ir salpicando el texto de todas esas pequeñas cosas que quiere decir, tanto o más importante lo es para ir creando la tensión necesaria para atrapar al lector. No deja de tratarse del mismo problema, es decir, desvelar la información en el ritmo adecuado. En este caso el suceso más importante de la novela ni siquiera es narrado de forma directa sino que siempre es descrito como un acontecimiento pasado. Conrad consigue ir acumulando una enorme tensión que se desata en forma de tragedia en los últimos capítulos atrapando al lector.
7 abril 2008
Casi cuarenta años después del estreno de la primera película de los Hermanos Marx, el historiador cinematográfico Paul D. Zimmerman escribió que el trabajo de la camara en Los cuatro cocos «mostraba la movilidad de una boca de incendios de hormigón atrapada en una helada invernal». Cineastas como Charlie Chaplin y Buster Keaton se movían libremente porque el público no oiría el chirrido de las camaras: Los directores de las películas sonoras no podían tomarse esas libertades. En el escenario de sonido, los micrófonos ampliaban el crujir de los periódicos y los gráficos hasta que llegaban a parecer detonaciones; Ryskind, el guionista de la película, descubrió que «el zumbido de una mosca sonaba como un aeroplano». Para resolver ese problema Florey ordenó que todos los accesorios de papel estuvieran empapados en agua. Eso les daba un aspecto descuidado y subacuático, pero a esas alturas del rodaje el realismo ya se había tirado por la borda.
Los primeros pasos del cine sonoro, reflejados en Groucho, una biografia, de Stefan Kanfer.
7 abril 2008
Es fascinante ver como se estructura un relato largo y no me refiero únicamente al desarrollo de su trama. Quién escribe una novela es porque tiene muchas cosas que decir pero todo ese material no se puede desparramar como quien da la vuelta a un cajón lleno de cachivaches encima de una mesa. Sabes que estas leyendo una buena novela cuando el autor te sorprende encajando todo ese montón de anécdotas y pensamientos que lleva dentro de manera perfecta. Esa es la sensación que tenía al leer Los tipos duros no bailan.
Norman Mailer (1923-2007) fue uno de los grandes escritores americanos de la segunda mitad del siglo XX y ganó un Pulitzer en el año 1980 por La canción del verdugo. En este libro nos relata un historia de suspense desde el punto de vista de un fracasado de vida disoluta. Mailer aborda sin rubor el sexo y el alcoholismo, con alguna mirada perdida al esoterismo pero sin perder de vista la dura realidad.
Me encantó esta historia de lectura ágil que comienza una mañana en la que Tim Madden despierta con una resaca horrible sin recordar apenas lo que había hecho la noche anterior pero sabiendo que no había sido nada bueno. A quién no le ha pasado.
11 marzo 2008
Con Las vidas de Joseph Conrad reincido en la lectura de biografías de escritores. Esta vez se trata de una biografía más al uso que la que leí hace poco sobre Lord Byron. Después de este libro que apenas trataba el final de la vida del poeta me quede con las ganas de leer algo que profundizase más en las vicisitudes de la vida de un autor y este libro de John Stape glosa toda la vida del autor de El corazón de las tinieblas. Y la verdad es que si uno se quedaba corto este me ha parecido demasiado extenso.
La mejor parte del libro es la que habla de la juventud de Conrad en la que empieza a trabajar como marino. Empieza desde lo más bajo para acabar siendo capitán de navío, siempre buscando los destinos más exóticos de Asía y África, viviendo increíbles experiencias y con alguna rencilla con sus jefes. Ya adulto empieza a escribir y la coyuntura en la que vive (la modernidad hace que hagan falta menos marinos y en cambio la literatura vive un buen momento por la disminución del analfabetismo en las clases medias) le hace cambiar el mar por el escritorio recibiendo el apoyo de la crítica con sus primeras obras.

Una vez que ya se establece como escritor la narración pierde interés pues a pesar de pasar algunas penurias económicas su vida resulta menos emocionante. Aparte del lado pecuniario (que se acaba resolviendo con el reconocimiento del gran público) su vida se resiente por continuas depresiones y ataques de gota.
La verdad es que el libro resulta interesante sólo si tienes interés en la vida de Joseph Conrad o en la de los grandes escritores, aunque si que habría que destacar que se pueden aprender algunas lecciones sobre la historia de Europa a finales del siglo XIX y principios del XX.
6 febrero 2008
Entendámonos: los espacios entre los átomos son relativamente inmensos. Es decir, inmensos con relación al tamaño de los átomos. Si todos los átomos que componen tu cuerpo fueran comprimidos unos contra otros, sin que quedara el menor espacio entre ellos, tú seguirías pesando lo mismo, pero no abultarías más que una cabeza de alfiler.
La mosca, de George Langelaan.
28 enero 2008
Dicen que una vez Howard Hawks, director norteamericano, le dijo a Ernest Hemingway que sería capaz de hacer una buena película a partir de la peor de sus novelas. De esa machada surgió Tener o no tener -1944-, un peliculón protagonizado por Humphrey Bogart y Lauren Bacall. Hace tiempo en uno de mis post comentaba que Irvine Welsh aparecía en Trainspotting, a lo que Hambru contesto que Hubert Shelby Jr. hacía lo propio en Requiem por un sueño. Nos picamos para ver que más autores aparecían en el celuloide en adaptaciones de sus propias obras y de ahí surgió la idea de hacer este post entre los dos.
Irvine Welsh en Trainspotting
Irvine hace de un camello al que Renton acude en un momento de debilidad.

«Supositorios de opio.
Ideales para tus propósitos.»
Hubert Shelby Jr. en Requiem for a dream
Hubert Shelby aparece fugazmente haciendo de carcelero y apenas dice una frase.

«Vuestra actitud da asco. ¿Sabéis?»
Paul Auster en The music of chance
Este autor de culto no solo se ha atrevido con los cameos sino que ha sido capaz de dirigir alguna película.

«Voy a Nueva York.¿Te viene bien?»
Charles Bukowski en Barfly
Charles narraba en su novela Hollywood como se produjo la película Barfly de la que ya hablamos hace tiempo y como le propusieron hacer de figurante.

Bukowski se gira cuando Chinaski pasa a su lado.
Nick Hornby en Fever Pitch
Raro sería que Nick Hornby no apareciese en ninguna película después de haber visto adaptadas con mucho éxito la mayoría de sus novelas.

Hornby da una paliza al equipo de su alter ego.
Elvira Lindo en Manolito Gafotas
Elvira Lindo se ha prodigado con los cameos y los pequeños papeles así que en la adaptación de su propio libro no podía ser menos.

«Vamos a ver los papeles del camión»
¿Se os ocurre alguno más?
24 enero 2008
En «El hombre en el castillo» Philip K. Dick imagina un mundo en el que los alemanes han ganado la segunda guerra mundial. La historia se ambienta en los años 60 en los cuales esa «pequeña» diferencia en los acontecimientos históricos han dado como resultado una situación política y social totalmente diferente.
Como me pasó con el anterior libro que comenté, éste no era exactamente el que estaba buscando, iba detrás de Cita con Rama de Arthur C. Clarke porque había leído que van a hacer una película sobre ella y además he leído otros libros de la saga pero no este que es el inicial. El caso es que no lo encontré pero vi este que hace tiempo que me había llamado la atención, además acababa de ver Blade Runner que está basada en una historia de K. Dick.

En ese mundo alternativo los alemanes han seguido con sus desvaríos genocidas y se han repartido el mundo con los japoneses, se cuenta las historia de cuatro desconocidos pero cuyas historias se relacionan. El libro está empapado por temas de la cultura oriental como el uso del I Ching por parte los personajes (una especie de oráculo en forma de libro que les ayuda a la hora de tomar decisiones) o la idea del yin y el yang. Esta forma de ver la vida como parte de un universo dual de dos fuerzas opuestas pero complementarias es la visión fundamental de libro. K. Dick va más allá de la simple ucronía para analizar el mundo en el que realmente vive reflejándolo en su contrario.
Un libro ameno y muy recomendable, se trata además de uno de los grandes de la ciencia-ficción y buena muestra de que en este género es una buena forma de tratar grandes ideas con toda la libertad que el escritor necesita.
6 enero 2008
Los decálogos, las listas de «reglas» para hacer las putas cosas bien no le solucionan la vida a nadie, pero siempre se puede sacar algo de ellas. Hace un tiempo recogimos aqui unos consejos de George orwell para una escritura eficaz, y hoy me he encontrado con esta otra lista a cargo de Kurt Vonnegut, de quien Chis ha hablado alguna vez, ahí van:
1. Utiliza el tiempo de un completo desconocido de forma que él o ella no sienta que lo está malgastando.
2. Dale al lector al menos un personaje con el que él o ella se pueda identificar.
3. Todos los personajes deben querer algo, aunque sea un vaso de agua.
4. Cada frase debe hacer una de estas dos cosas: revelar un personaje o hacer que la acción avance.
5. Empieza tan cerca del final como te sea posible.
6. Sé sádico. No importa cuán dulces e inocentes sean tus protagonistas, haz que les pasen cosas horribles (para que el lector compruebe de qué madera están hechos)
7. Escribe para contentar únicamente a una persona. Si abres la ventana para hacerle el amor al mundo, o lo mismo para hablarle, tu historia cogerá una neumonía.
8. Dale a tus lectores toda la información posible lo más rápido posible. Para mantener el suspense. Los lectores deben tener una idea general de lo que está pasando, cómo y porqué, de modo que puedan acabar la historia ellos mismos; las cucarachas pueden comerse las últimas páginas.
El apunte #7 me parece especialmente acertado e ingeniosamente expuesto. Fuente: Papel en Blanco.
18 diciembre 2007
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